La industria del cine animado, a menudo asociada con la inocencia y la fantasía, no está exenta de batallas legales y rencillas personales que se cuecen tras bambalinas en Hollywood. Recientemente, el foco de la tensión se ha posado sobre “Zootopia 2”, una producción que está arrasando en los cines pero que ha dejado un sabor amargo en un veterano de la industria. Gary Goldman, guionista de 72 años con una trayectoria que abarca más de cuatro décadas, salió de la sala de cine profundamente perturbado tras ver la cinta. Para Goldman, un nuevo personaje clave en la trama, una víbora venenosa llamada Gary De’Snake, no es una simple coincidencia creativa, sino una caricatura basada directamente en su persona.
Aunque Goldman ha trabajado toda su vida en el sector, colaborando en clásicos de acción como “El Vengador del Futuro” (Total Recall) y “Golpe en la Pequeña China”, asegura no haber conocido jamás al equipo de Disney responsable de la secuela. Sin embargo, sostiene que es “virtualmente imposible” interpretar al personaje de otra manera que no sea una burla directa. No es el único que lo piensa; según relata, su teléfono se llenó de mensajes de amigos y conocidos que notaron el parecido, destacando incluso similitudes en la expresividad de los ojos del reptil. Si bien reconoce que existen muchos “Garys” en el mundo y que su reclamo podría sonar a primera vista como una teoría conspirativa, el contexto legal previo sugiere que hay mar de fondo.
Un historial de litigios en tribunales federales
La disputa entre el guionista y el gigante del entretenimiento no es nueva. En 2017, Goldman demandó a Disney por infracción de derechos de autor en relación con la primera entrega de “Zootopia”, un éxito que recaudó miles de millones de dólares. En aquella acción judicial, el escritor alegó que había presentado una idea “sustancialmente similar” a la división de películas de acción real de Disney en dos ocasiones, durante los años 2000 y 2009, sin obtener resultados positivos. Su propuesta original contemplaba una franquicia que exploraba si las sociedades podían alcanzar ideales utópicos y juzgar a los individuos justamente, lejos de los estereotipos.
La demanda fue contundente: acusaba a la compañía de copiar temas, escenarios, tramas, diálogos e incluso el diseño de personajes y el título “Zootopia”. A pesar de contar con la representación de la poderosa firma de abogados Quinn Emanuel Urquhart & Sullivan, un juez desestimó el caso, dictaminando que las similitudes eran “pocas, aleatorias y superficiales”. La derrota legal dejó atónito a su equipo, y la aparición de la víbora Gary De’Snake en la secuela se siente ahora como un capítulo extra en esta larga pugna por el reconocimiento autoral.
La otra cara de la moneda: La maestría de Coraline
Mientras las disputas corporativas empañan ciertos estrenos, es fundamental recordar obras que han logrado trascender por su originalidad y ejecución artística, lejos de los tribunales y más cerca del cine de culto. Un ejemplo perfecto de esto es “Coraline”, dirigida por Henry Selick. Estrenada originalmente en febrero de 2009, esta cinta se mantiene vigente como un referente de la animación stop-motion, recordándonos el poder de una buena historia bien contada.
La trama nos presenta a Coraline, una joven que, tras mudarse, descubre una puerta secreta en su nuevo hogar. Lo que encuentra al otro lado es una versión paralela de su propia vida; a primera vista, esta realidad alternativa parece superior y curiosamente similar a su cotidianidad, pero mucho más atractiva. No obstante, la narrativa da un giro oscuro cuando esta aventura, aparentemente maravillosa, toma un cariz peligroso. Su “otra madre” intenta retenerla para siempre en ese mundo, obligando a Coraline a recurrir a todo su coraje y determinación.
El legado y las cifras de una producción impecable
A diferencia de las sagas multimillonarias envueltas en polémicas, “Coraline” se cimentó en una atmósfera única donde la protagonista debe salvar a sus verdaderos padres y a unos niños fantasmas con la ayuda de sus vecinos y un gato negro parlante. La película no solo fue un triunfo narrativo bajo la premisa de “cuidado con lo que deseas”, sino también un éxito comercial razonable y honesto.
Con un presupuesto de 60 millones de dólares, la obra de Selick logró recaudar más de 185 millones a nivel global. Producida en Estados Unidos y con una duración de 101 minutos, la cinta demostró que el cine de animación puede ser profundo, un tanto espeluznante y comercialmente viable sin necesidad de caer en fórmulas repetitivas. Así, mientras en la vereda de enfrente se discute sobre víboras que imitan a guionistas y demandas por derechos de autor, películas como “Coraline” siguen brillando en la memoria colectiva por su calidad intrínseca y su capacidad de transportar al espectador a mundos donde el único peligro es quedarse atrapado en una fantasía demasiado perfecta.